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En mi cabeza y en mi espejo estoy estupenda, guapísima. Sin embargo, las fotos y los vídeos me delatan. He vuelto a engordar. Disfruto tanto de la comida y odio tanto tener que moderar mi (desmesurado) apetito todos los días de mi vida...  Es como una condena. Además, ya no salgo tan a menudo a caminar. Me falta el acicate para vencer la pereza. Y los kilos se apilan de nuevo, vuelven a casa ( mucho antes de Navidad). Sola no viajo tanto como cuando lo hacía en compañía. Mis maletas han cogido polvo de no utilizarlas. Me esperan mirándome, interrogándome desde un rincón de la habitación. Cómo les explico que ya no tiene la misma emoción marchar cada fin de semana a trotar por el mundo.  Los fines de semana, a pesar de todo, no son tranquilos ni aburridos. Aunque de vez en cuando sigo sentándome a ver películas cursis de Navidad, acurrucada en el sofá con mi ronroneante gata, no tiro la toalla; algún día encontraré una pareja de baile y ventilaremos todas las bachatas que llevo...

INVOCACIÓN

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Agua, murmúrale mi nombre como dulce barcarola que recale en su oído. Llévale frescor para aliviar el bochorno de la rutina baldía, para vislumbrar sueños de idilio y utopías. Tierra, enraíza mi recuerdo en sus despertares, Conviérteme en bastión donde aferrarse cuando el vértigo ataque sibilino. Aire, susúrrale mi deseo para hacer aflorar el suyo. Sopla sobre las telarañas para limpiar los huecos por donde se cuela el alma. Fuego, devóralo todo; redúcelo todo a la mínima expresión para poder renacer como el Ave Fénix y construir algo nuevo. 𝒰𝓃 𝒸𝓊𝒶𝒹𝑒𝓇𝓃💙 𝒹𝑒 𝒯𝒶𝓅𝒶𝓈 𝒜𝓏𝓊𝓁𝑒𝓈 #escribir #poesía #prosa #verso #literatura #escrituracreativa #sentimientos #pensamientos #palabras

Las pastas de Santa Casilda

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La Calle Mayor era una cuesta larga que tenía un empedrado romano, por el que pasaban los coches traqueteando y los chavales corríamos (cuesta abajo, eso sí), aun a riesgo de rompernos la crisma. Los jueves, día de Mercado, el tráfico estaba limitado en la Calle Mayor y había riadas de gente subiendo y bajando de una plaza a otra, casi todos por la calzada. Las señoras que llevaban tacones preferían las aceras, pero eran muy estrechas y los chavales las evitábamos como si quemasen. Nos encantaba empezar la subida desde Somovilla, que entonces tenía el muro del Convento de las monjas agustinas y un quiosco donde comprábamos chuches. Después vendría el hotel y la plaza cuadrada embaldosada en un blanco que resultaba cegador en los días soleados de verano. Dejando el Condestables y su enigmática armadura detrás, comenzábamos a subir la calle buscando los bazares, repletos de tesoros a nuestros ojos; uno al principio, otro a medio camino y el último después del Arco de la Cadena. Había all...

Imaginaciones mías

     No. No eran imaginaciones mías. Llámalo intuición, corazonada, instinto. O tal vez telepatía. Es esta conexión que nos tiene perpetuamente en sintonía.      No importan la distancia, el silencio, la ausencia. Este nexo intangible pero innegable que nos une no entiende de fronteras ni límites.      Te siento aunque tú pretendas camuflarlo. Te pienso y veo a través de tus ojos. Me ahoga el mismo aire viciado que a ti.      Sé que estás intentando desprenderte de mí como si yo fuese un montón de harapos mugrientos que se pegan a la piel para lacerarla, inclementes.      Estás intentando dejar morir este amor en formato imposible como se dejan morir las plantas que nadie se ocupa de regar.      Estás intentando alargar los tiempos yermos sin mí hasta no echarme de menos ya nunca más.      Estas desprendiéndote de la tela de araña que mi voz y la posibilidad de mis caricias han tejid...

Hierro candente

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Amor, Voy a hacer algo muy difícil pero muy necesario. Voy a poner, no una barrera, sino un punto final a esta extraña relación que nos une.  Hoy te llamo amor por última vez. Ni una sola palabra dulce más escucharás de mis labios. Quita lo de dulce. Ni una palabra más. Es más: no es que te llame “amor” por última vez... es que desde hoy ya no te llamo. Tú no mereces estar hecho un lío constantemente. Yo no merezco las migajas de tu amor. Tú ya tienes una compañera que te quiere, sólo tienes que volver a encontrar la poesía y pintar la rutina de colores. Nuevos, brillantes, puros. Vuelve a armar el puzle. Con ella. Ella es el calor de la lumbre del hogar. Yo soy un hierro al rojo vivo que solo puede dejarte cicatrices.  Yo busco a alguien que quiera y pueda dármelo todo. Su amor, su tiempo, sus caricias. Su sangre si me hiciese falta. Todos esos puntos suspensivos se quedarán en el aire por siempre, porque no los cambiaremos por frases yuxtapuestas, por causales ni mucho menos...

A la luz de tu sonrisa

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Cada vez que decido que tengo que alejarme de tí, sufro innecesariamente. El día se oscurece, pierdo la ilusión y la alegría. El alma se me muere de frío, el corazón se me seca y se deshace en polvo que el viento esparce sin ton ni son. Así que he decidido que no quiero alejarme. Aunque sea sin tocarte, sin poder acariciarte, amándote desde la barrera, quiero vivir siempre a la luz de tu sonrisa. Porque entonces el latido vuelve a mi pecho y la risa se abalanza por mis venas y se enciende el día y nacen la música, el color, la vida.  𝒰𝓃 𝒸𝓊𝒶𝒹𝑒𝓇𝓃💙 𝒹𝑒 𝒯𝒶𝓅𝒶𝓈 𝒜𝓏𝓊𝓁𝑒𝓈 #escribir #poesía #prosa #verso #literatura #poesiaenespañol #poetsofinstagram #lovepoems

Atroz segundo

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Una hora contigo dura lo que un pestañeo, lo mismo que un grito en  un desierto sin montañas que puedan crear eco. Sucede tan rápido como una grieta que se abre repentina y ya no puede contener la avalancha, el torrente, la inundación. Una tarde contigo sabe a poco; abre el apetito, pero no llega a saciar el hambre y deja con ansias de más.  Es como querer retener el agua entre las manos o desear que la luna detenga su camino en el firmamento. Fugaz. Efímero. Inaprehensible. Un segundo, un mísero segundo sin tí, es una condena eterna. El aire se vuelve denso, un aire pastoso, de acre acento, que me lastra con cada inspiración mecánica. Es como intentar caminar en el fondo de un estanque infecto, de aguas sucias y naturaleza muerta. Como no poder despertar de una pesadilla o de la anestesia general de una intervención quirúrgica. Como sentir el peso de los años caer a plomo y envejecer como las ruinas de un templo abandonado. Un segundo sin tí es una eternidad, pero no era esto...

Como un río

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Cada danza tiene sus pasos, cada música su cadencia. Tú no tengas prisa en sanar, que la cicatriz necesita tiempo para cerrarse y suavizarse.  No quieras acelerar para volver cuanto antes, que los platos más ricos se cocinan a fuego lento. No achuches al reloj ni al calendario, que las hojas sólo caen cuando llega el otoño, por mucho que sacudas el árbol a fuerza de vivo deseo. Claro que volverás, pero ya dicen que no por mucho madrugar, amanece más temprano. Tú fluye, como un río. Los ríos siempre acaban en la mar, pero no pueden saltarse su propio curso. Cada meandro, cada rápido es necesario hasta llegar a la desembocadura. No quieras parar las aguas bravas que arrancan gemidos de tu pecho, ni chapotees para alborotar las aguas estancadas de tu tristeza. Unas se irán calmando y las otras cobrarán vida cuando se mezclen en el más inesperado de los recodos.  Y un día sonarás cantarina como los borbotones que se derraman en las pequeñas cascadas. Y dese...

El arcoiris en mi recibidor

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María es suave y menuda, con una sonrisa como el aleteo de un pájaro y una voz dulce y cantarina que recuerda a sus trinos. Hace ya un tiempo que un nubarrón se ha posado sobre ella y oscurece sus días y ahora le cuesta mucho levantar los ojos y la risa sobre la neblina pesada que la ahoga y la lastra. Yo echo de menos su dulzura, su presencia discreta, ver asomar juguetona su llamita interior. (Casi) Todos los días le escribo y trato de hacerle ver que es valiosa, preciosa, querida. Todos los días (casi) intento poner un poco de luz en sus tinieblas.  Y ella, que sabe que los colecciono, me ha regalado este arco iris, que me ha hecho llover. De emoción. De esperanza. De deseo de hacerle saber que la queremos y la esperamos a este lado de esta fina raya que separa a los que se supone que estamos bien de los que, desorientados, avanzan dos pasos y retroceden uno. Voy a hacer cuenta de que está de viaje y que pronto llegará a destino, donde recibirla con los brazos y el corazón abier...

Qué difícil

Qué difícil mantenerse en línea recta cuando las curvas de la carretera se acentúan serpenteantes. Qué difícil no desafinar cuando a tu alrededor todos berrean en un tono irritantemente desacertado. Qué difícil hacer lo correcto cuando el corazón te tira de la manga en la dirección opuesta. Qué difícil mantenerse en tu sitio cuando tu vida clama por dejarte llevar por la improvisación. Qué difícil tomar decisiones lógicas cuando tu alma grita que te zambullas en el caos. 𝒰𝓃 𝒸𝓊𝒶𝒹𝑒𝓇𝓃💙 𝒹𝑒 𝒯𝒶𝓅𝒶𝓈 𝒜𝓏𝓊𝓁𝑒𝓈 #escribir #poesía #prosa #verso #literatura

Navidad 2013

Hoy he recibido la felicitación de Navidad más sincera de toda mi vida. Iba hacia el trabajo y me ha pedido dinero para un bocadillo un sin techo. No tenía suelto, así que le he llevado a un bar y le he pagado un bocadillo y una bebida. Mientras esperábamos al bocata me he enterado de que se llama Juan Carlos y de que su madre tiene los ojos azules, como yo; que él suele dormir en el Albergue de invierno de Mazarredo, que tiene hierros en las piernas que le obligan a andar con muletas y que le faltan todos los dientes a pesar de que no llegará a los 40. No he querido preguntarle más sobre su historia, aunque me la puedo imaginar. Me ha emocionado cuando me ha dicho "dios la bendiga, que Ud. y su familia pasen muy felices fiestas". Las mismas palabras de siempre, pero esta vez he sentido que me lo deseaban de verdad. Y me he puesto a llorar como una tonta. Feliz Navidad, Juan Carlos. Feliz Navidad a todos.

Mira hacia arriba

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Hace muchos años que aprendí a caminar con la mirada levantada. Los bilbaínos tradicionalmente hemos caminado cabizbajos porque nos hicieron creer que nuestra ciudad no era bonita. Se suponía que una ciudad industrial solamente podía ser sucia, gris y lúgubre. El patito feo comparado con la belleza de Donostia, una joya frente al mar, o el diseño funcional y elegante de Gasteiz. Sin embargo, yo miraba hacia arriba y encontraba auténticas joyas arquitectónicas. Incluso bosques en los aledaños de la ciudad, en los sitios más insospechados. Y decía sin cesar que Bilbao no era feo, solamente sucio. Luego llegó la reconversión y Bilbao se convirtió en una ciudad turística y de servicios, el destino de moda en el norte de la península. Fue la mirada de los otros lo que obligó a los bilbainos a mirar hacia arriba y reconocer la belleza de nuestra ciudad. Cuando me siento ofuscada, triste o preocupada, suelo caminar mirando al suelo con los hombros hundidos. Pero enseguida recuerdo que hay que...

Cuidado con los charcos

Cuidado con los charcos. No porque puedas resbalar en ellos y romperte la muñeca. No porque vayas a mojarte los pies y cubrirte de barro. Cuidado con los charcos. Porque al pisarlos hagas algo inesperado, fuera de la norma, un tanto indebido. Cuidado con los charcos, que salpican gotas de libertad cuando chapoteas en ellos. Que desafían la lógica y la sensatez. Que yacen en rebeldía silente. Que te devuelven una imagen que no vive en tu espejo ni en tu cabeza. Cuidado con los charcos, no vayas a volverte salvaje. O a constatar que ya lo eres.

El Puente

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Cuando yo era niña, las iglesias siempre estaban abiertas, sin miedo al expolio o al vandalismo. Eran refugios ciertos y seguros, en los que encontrar un poco de paz y de silencio, un islote en la vorágine de la rutina en la ciudad. Para pensar, se necesita silencio, quietud, calma. Hay días, como hoy, en los que el cuerpo lo pide a gritos, pero en la ciudad es imposible encontrar un oasis en el que escurrirse y huir de las compras navideñas, los turistas, los coches y sus bocinazos, los paraguas, que el viento quiere arrastrar lejos de sus dueños. Por eso he recordado las iglesias de mi niñez, donde acudía a admirar el arte, la sonoridad, la forma en que la voz corría sin esfuerzo bajo aquellas bóvedas que miraba con la boca abierta y el cuello dolorido, de forzar la postura. La solemnidad de los templos invita a la reflexión. A mirar hacia dentro, buceando en los recuerdos y los sentimientos. Allí todo parece atemporal. Extramundano. Hoy habría querido pasar un buen rato ...

Adiós, amor mío, adiós

  Hola,  amor  mío S é que dije que no te escribiría más. Me temo que voy a faltar a mi palabra. Una vez te dije que te escribiría cartas de amor toda la vida y creo que así será. Tal vez no llegue a enviártelas, pero las escribiré.      Me cuesta menos escribir que hablar, porque puedo limpiarme las lágrimas, tomar aire y seguir cuando la congoja ya no me hace hipar  de   de sconsuelo. Al hablar, la garganta se me agarrota  de  tantas emociones y me siento incapaz  de  expresar todo lo que quisiera.      Te echo muchísimo  de  menos y eso que en los últimos tiempos no estabas ni al 5%. Durante le día lo llevo bien, aunque me encuentro a mí misma un montón  de  veces escribiéndote un whatsapp  que no te enviaré, o marcando tu número para decirte hola, aunque luego no te llegue a llamar. Pero cuando llega la noche... la hora de las confidencias,...

Una tarde de otoño 🍂

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Yo quiero morir una tarde de otoño 🍂. Contemplando un atardecer de luz dorada sobre los árboles. Un cielo de nubes incendiadas en rojos, naranjas, lilas y grises  Yo quiero marcharme extasiada ante tanta belleza, con lágrimones de agradecimiento cayendo de.mis ojos, salpicando mis manos entrelazadas en gesto de paz y aceptación. Yo quiero irme entre el susurro de las hojas de los árboles, agitadas por el viento. Tal vez algún trino de un pájaro, completando la banda sonora del ulular del viento. O el silencio de lo inevitable en el ocaso del tiempo. Yo quiero desaparecer contemplando la hojarasca, el rojo de los bosques, el amarillo caduco, el naranja goloso, el violento violeta de tonos imposibles.  Quiero recortarme como sombra chinesca contra el albor del cielo que huye hacia la oscuridad cetrina de la noche, olfateando el dulce aroma de castañas asadas. El olor de la leña crepitando en el hogar, el chasquido hipnótico que adormece bajo la manta. Y después... Noche larga, ...

Un amor legendario

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     Ella aguardaba en la ventana, vigilante, aunque sin saber qué esperaba. Se apoyaba en el quicio de la ventana y canturreaba por lo bajo. Siempre sonriente, alzaba la mirada al cielo un momento, pero enseguida regresaba a otear la plaza.      Hacía muchos años que aquella plaza blanca era su hogar. Llegó de jovencita con el marido que, ley de vida, la arrancó de su pueblo, de sus padres y hermanos. En aquel primer piso de visillos suaves, siempre descorridos para que entrase la luz, crió a sus hijos primero y después a sus nietos. Años y años de trabajo laborioso, de amor discreto y mullido, de hogar cálido y alegre.      Aquella ventana blanca de pintura ligeramente desconchada era el marco en el que se la podía ver, incluso cuando olvidó su nombre, el de sus padres y el de sus hijos. Olvidó su pueblo, su edad y el camino a la casa de su niñez. Olvidó recetas y canciones, trucos para zurcir calcetines o quitar verrugas. Olvidó palabr...

Coqueta

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Nueve meses he necesitado para volver a salir al ruedo. Como si de un metafórico embarazo se tratase, he parido una nueva versión de mí misma y me he colocado de nuevo en el mercado. En el foco, en el candelero, con ansias de acción. Ojeando la oferta, calibrando la demanda y diseñando estrategias, ampliando horizontes y estableciendo nuevos contactos. Vamos, que después de nueve meses desde la ruptura con mi pareja, he vuelto a Tinder. Pero, claro, así dicho, pierde mucho glamour. Pero a lo que iba. En tan sólo cuatro días he acumulado muchos "guapa" y bastantes piropos, todo hay que decirlo. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es que dos palabras han aparecido repetidamente: femenina y coqueta. Me he acordado de mi padre, que sufría cada vez que, de chavala, me veía vestida con vaqueros y zapatillas deportivas. Que, justo al contrario que el resto de los padres del mundo mundial, me animaba a ponerme tacones y minifalda, y a pintarme el ojillo, com...

El abismo

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La mentira nos sitúa sobre un abismo. Aunque no miremos abajo, seguimos estando sobre él. Y cuando lo descubrimos, sentimos un sudor frío, porque parece querer engullirnos. Perdemos pie, el equilibrio, la cordura. La mentira y el abismo provocan vértigo, dan miedo, porque nos convierten en peleles sin seguridad, incapaces de movernos, de reconocernos como personas cabales. Ante el abismo, ante la mentira, sólo cabe alejarse, firme y constante, en busca de tierra firme, de bases sólidas. Buscar una roca a la que asirse para volver a encontrar nuestro lugar en el mundo y seguir el camino sin vértigo, sin miedo, sin quedarnos paralizados  𝒰𝓃 𝒸𝓊𝒶𝒹𝑒𝓇𝓃💙 𝒹𝑒 𝒯𝒶𝓅𝒶𝓈 𝒜𝓏𝓊𝓁𝑒𝓈 #escribir #poesía #prosa #verso #literatura

Luna

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Una vez, hace muchos, muchos años, vi la luna así de grande. Era un viernes, o tal vez un sábado y volvía a casa caminando después de una tarde con mis amigas. Entonces no había móviles, por lo que íbamos mirando hacia adelante, a los lados, a las personas con las que nos cruzábamos, de vez en cuando hacía el cielo, para observar las estrellas. Yo iba tarareando una melodía, andando casi a saltitos. Supongo que iba contenta, imagino que habría visto al chico que me gustaba, no lo recuerdo bien. Y de pronto, entre dos edificios, sobre la montaña del fondo, apareció la luna, tan grande, que parecía que se iba a precipitar sobre nosotros. Me quedé clavada en el sitio, se me cerraron los pulmones de la impresión y pensé que caería al suelo. El mundo se paró por unos instantes. Sólo existíamos ella y yo. Ella, una diosa, yo su esclava, rendida a su belleza y a lo ambiguo de mis sensaciones, a medio camino entre la admiración y el miedo. Enseguida conseguí volver a respirar, pero...