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Como la lluvia mansa

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Ámame como la lluvia mansa que fecunda la tierra, que la empapa con una promesa de vida. No quiero aguaceros que arranquen mis raíces y arrastren todo a su paso. Ámame como la lluvia fina que suena dulce y amortiguada. No quiero torrentes ruidosos que sofoquen mi canto tranquilo. Ámame como la lluvia suave que amortigua la luz hiriente. No quiero tormentas que estallan en relámpagos cegadores. Ámame como la lluvia silenciosa que trae consigo consuelo, una caricia para un espíritu dolorido. No quiero inundaciones que aneguen mis sentidos. Ámame como la lluvia calma, que cae constante, sin prisa pero sin pausa. No quiero que me lleven la corriente y los remolinos de vértigo. Ámame como la lluvia clara, que limpia el cuerpo y sana el alma.

¿Quién me ha robado el mes de abril?

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"¿Quién me ha robado el mes de abril? Lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón" (Joaquín Sabina) A nosotros nos lo robó hace un año la Vida jugando a ser Dr. Jeckyll y Mr. Hyde. La vida cambió en cuestión de minutos; se puso la máscara de la Parca  y nos arrebató a mi ídolo, mi modelo. Mi primer amor.  Mi padre tenía catarrillo, pero la madrugada del 11 abril ingresó en el hospital y vieron que tenía los pulmones encharcados y el corazón delicado. Estaba grave, pero cuando mi madre y yo entramos a verle en Urgencias Coronarias, estaba guapísimo, reluciente, como un sol. El que no brillaba fuera. Un día desapacible, húmedo, oscuro. Llovía. Diluviaba. Como en los funerales de las películas. Mi hermano esperaba fuera, me había cedido su puesto. Él lo vería por la tarde. No pudimos visitarle los 10 minutos de rigor, porque se lo llevaron a hacerle un cateterismo y sólo cruzamos un par de palabras y dos caricias y un beso. "Hasta luego, ahor...

19 marzo Día del padre

Por primera vez en mi vida, hoy no podré levantar el teléfono para decir "Zorionak, aitatxu". Pero pienso alzar mi copa y brindar por ti, por la suerte que tuve de que fueras mi padre, mi modelo, mi guía. Pienso seguir hablándote todos los días y buscar la figura del águila en el cielo, que me hace pensar que desde el otro lado sigues velando por mí. Oteando desde lo alto, ojo avizor. No ha habido un solo día en que no haya visto al águila y me he sentido protegida. Voy a seguir cantando y bailando, riendo y disfrutando. No como si siguieras aquí. Aún más intensamente, porque desde que te marchaste aprecio cada segundo con los míos todavía más. Me voy a beber la vida a sorbos porque tengo sed de eternidad. No podré descolgar el teléfono, pero tengo línea directa contigo. Zorionak, aitatxu

Borrón y cuenta nueva. Diario de una reconstrucción

Cuando acudí a mi médico para que me diera tranquilizantes, porque no era capaz de encarar la vida tras tomar la decisión de divorciarnos, ella, que había pasado por el trance antes que yo, me dijo que en un par de años lo tendría superado y estaría fuerte y feliz de nuevo. No la creí, aunque quería hacerlo y en los malos ratos me aferraba a sus palabras. Han pasado ya cinco años. Miro atrás y veo que la galena tenía razón. Pasé dos años y medio de montaña rusa, de bipolaridad, de ciclotimia; hoy arrrrrriiiibaaa, mañana destrozada, con el ánimo por los suelos; pero pasado ese tiempo, me recuperé a mí misma y a mi serenidad, que estaba escondidita la pobre, asustada con tanto trajín hormonal. Y me enamoré de nuevo, y florecí, resurgí, superé el duelo. Un buen amigo está pasando por todo lo que yo viví entonces. Repasando mis publicaciones en Facebook (mi desahogo más habitual), he recopilado, para él y para quien pudiera necesitarlo, una especie de diario. No es completo, faltan much...

Al alba acurrucada

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Cuántas veces al alba te he tenido acurrucada a mi lado, sollozando Y a plena luz me has perseguido, entre músicas y risas, entre gentes y algarabías. Cuántas veces al anochecer te he sentido con la cabeza inclinada sobre mi regazo. En plena noche me has despertado ahogándome con un abrazo. Te has pegado a mi piel, vives en mis ojos, duermes en mi pelo. Anidaste en mi pecho y ya no quieres mudarte. A ti, que me has acompañado a toda horas sin habértelo pedido. A ti voy a traicionarte, porque ya no te quiero a mi lado. Adiós y perdóname, melancolía.