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Aguarda

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  No te empeñes en subir la guardia, que no quiero golpearte. ¿Por qué levantas barreras si yo no quiero lastimarte? Tú construyes diques que te guarden del arrebato y de la pasión. Marcas con tu frialdad una raya que no he de cruzar. Das un paso atrás cuando yo me acerco... Pero guardas en tu pecho el secreto de la ansiedad, porque quieres amar aun a pesar tuyo. Aguarda y descubrirás que puedo minar tus barreras,  tocarte el corazón, abatir tus diques y cruzar tus rayas. Aguarda, que yo sabré esperar  a que el tiempo se convierta en mi aliado. Photo by יניב גרינברג on Unsplash

Poemas ajenos I

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En mi cuaderno copiaba con mimo los poemas que caían en mis manos y resonaban conmigo de alguna manera.  Con letra temblorosa, repleta de emoción, henchida de admiración. Me costaba a veces escribir tras aquellos éxtasis. Me inclinaba entonces a ser sujeto pasivo de la experiencia. Después de un tiempo, se me pasaba. Volvían la inquietud y mis poemas. Hace años, garabateé, más que escribir, este poema de Susana March en mi cuaderno de tapas azules, mi "Recuento de Palabras", que nació para guardar aquellos destellos de poesía que me enamoraban y albergar aquellos borbotones que a veces se me escapaban por los dedos, casi de forma inconsciente. Sigo releyéndolo de vez en cuando, porque las emociones no caducan. He cambiado todas mis rosas por un lugar cerca del fuego,  por el sosiego de mi alma la negra seda de mi pelo. He vendido mis esperanzas por un puñado de recuerdos,  mi corazón por un reloj que sólo cuenta el tiempo muerto. Mi última moneda d...

Palabras y conceptos

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¿He dicho ya que adoro las palabras? Por algo soy filóloga. Me apasionan. Bucear en sus matices, en sus sutilezas... Jugar con ellas, estirarlas, darles la vuelta. Regalarlas, o pedirlas prestadas.  Cuando no encuentras en tu idioma una palabra para expresar ciertos conceptos, tienes que buscarla en otro. Quizá hasta ese momento no eras consciente de que esa idea existía, pero en cuanto encuentras la palabra y te explican el significado, sabes que, de un modo u otro, esa idea subsistía entre las capas de tu subconsciente, esperando el momento de emerger a la luz y la vida.  He recogido un par de ejemplos, como quien caza mariposas de belleza etérea. Espero que os gusten tanto como a mí. WABI SABI De origen japonés, significa "encontrar belleza en las imperfecciones". GIGIL Tiene origen tagalo y significa “el incontrolable deseo de apretar a alguien solo porque lo amas”. SARANG De origen coreano. "El deseo de querer estar con alguien hasta la muerte". LEBENSLANGERSCH...

22 noviembre. Fecha recurrente

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  El 22 de noviembre es una fiesta para músicos y cantantes, pues celebramos el día de nuestra patrona, Santa Cecilia. Hoy tendría que hablaros de las múltiples veces que lo he celebrado con misas, ágapes y bailes de disfraces. Conciertos, pasacalles y karaokes improvisados hasta las tantas de la madrugada. Pero hoy vengo a contaros que esta fecha tiene múltiples significados para mí. El 22 de noviembre de hace 28 años conocí al que sería mi marido, el padre de mis hijas. Uno de mis grandes amores.  Y el 22 de noviembre de hace 13 años, perdí al otro gran amor de mi vida. Mi primer gran amor. El que dejó una huella imborrable. El listón muy alto. Las expectativas inalcanzables. Es curioso como algunas fechas son recurrentes y marcan momentos tan importantes en nuestras vidas. Momentos momentos dulces. Momentos amargos. La vida es agridulce.

Viajar en tren

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Siempre que viajo en tren, procuro hacerlo sola y sentada junto a la ventanilla, para ver la vida zumbando en el camino. Los paisajes y las gentes se asoman a mi interior y ya forman parte de mí para siempre, porque soy un tercio de deseos, un poquito de esperanza y un reguero de recuerdos. Al entrar en la estación mi equipaje de sensaciones me hace sentirme una estrella.  Menos mal que es liviano, porque ni todos los mozos de cuerda podrían acarrearlo. Me gusta viajar en tren, cuando el día es soleado y el traqueteo me adormece. Disfruto de la húmeda noche, de la niebla que me envuelve en vendas frías, como a una momia que no asusta. Incluso el frío lacerante que me muerde las piernas y hace chocar mis dientes, me entusiasma; incluso la lluvia, que se me mete en los ojos y me apaga el cigarrillo.  Porque, de pronto, me siento viva. Y v ivir entonces sabe a regalo. Por eso, siempre que subo a un tren sonrío, al anticipar mi dulce victoria sobre los pensamientos negros y los hu...