Poemas ajenos I
En mi cuaderno copiaba con mimo los poemas que caían en mis manos y resonaban conmigo de alguna manera.
Con letra temblorosa, repleta de emoción, henchida de admiración.
Me costaba a veces escribir tras aquellos éxtasis. Me inclinaba entonces a ser sujeto pasivo de la experiencia.
Después de un tiempo, se me pasaba. Volvían la inquietud y mis poemas.
Hace años, garabateé, más que escribir, este poema de Susana March en mi cuaderno de tapas azules, mi "Recuento de Palabras", que nació para guardar aquellos destellos de poesía que me enamoraban y albergar aquellos borbotones que a veces se me escapaban por los dedos, casi de forma inconsciente.
Sigo releyéndolo de vez en cuando, porque las emociones no caducan.
He cambiado todas mis rosas por un lugar cerca del fuego,
por el sosiego de mi alma la negra seda de mi pelo.
He vendido mis esperanzas por un puñado de recuerdos,
mi corazón por un reloj que sólo cuenta el tiempo muerto.
Mi última moneda de oro se la di de limosna al viento.
Ahora ya no me queda nada, desnuda estoy como el desierto,
un oasis de mansedumbre está brotándome en el pecho.
SUSANA MARCH
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