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Un personaje sin guión

La mujer mira la lágrima caer sobre su mano mientras se pregunta cuándo acabará esta tristeza que le empapa el alma, como la humedad que ataca a los huesos. Al volver la vista atrás no ve más que los errores, los charcos, los borrones. Ni rastro de flores ni cantos de pájaros.  Cómo desearía haber sido como los personajes de las películas, que siempre saben qué decir o qué hacer. A ellos no se les queda cara de tontos cuando no les suben las palabras a la boca. Ellos no reaccionan horas, días, tal vez años después. Claro que la mujer no tiene en cuenta que las películas tienen guionistas, con tiempo para pensar y reescribir cada punto y cada tilde. Y aunque lo supiera, no aliviaría la pena o el remordimiento por lo que dijo o hizo, o peor aún, por lo que dejó de hacer o de decir. Sueña cada noche que vuelve atrás y toma otros caminos, elige otras opciones y pronuncia otras palabras, pero el final feliz se escapa como la arena de la playa entre los dedos de su chiquitina. N...

El graznido

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Cruzó la plaza con el corazón anegado de pesar; al fin y al cabo, no se dice un adiós definitivo todos los días. Un graznido atravesó el aire pesado de la mañana y resonó en cada centímetro de su cuerpo y de su alma. Y supo que el enemigo estaba celebrando la victoria.

La guerrera de la luz

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          La hechicera tomó a la mujer de las manos, pero no para leerle las líneas del destino. Aquellas manos hablaban por sí solas, transmitían calidez, dulzura, historia. La mujer dijo: “Yo tenía una amiga que solía decirme que tengo manos de curandera, que en cuanto la tocaba se le pasaban todos los males”. La bruja sabía que así era, aquellas manos destilaban bienestar y alivio.           Se asomó a su alma a través del gris plomizo de sus ojos, ojos cambiantes según el estado de ánimo. La miró por dentro, escudriñó cada rincón y le dijo:  “Eres un alma vieja; has vivido muchas vidas, aunque no las recuerdes, y en cada una de ellas has tenido que expiar tus culpas y aprender algo nuevo. A esta has venido a aprender a dar, a entregar sin esperar nada a cambio. Tu destino es acoger a los corazones rotos y cauterizar sus heridas, mantenerlos vivos y palpitantes en tu regazo hasta que puedan emprender un nuevo rumbo. Amar s...

Pero vuelve

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Llegas de puntillas, casi sin anunciarte Y me encuentras con la cama revuelta Y las ganas desparramadas. Sin mesura, sin templanza, irrumpes en mi feudo y tengo que franquearte la entrada. Nunca te has parado a preguntarme Dónde duele tu inconstancia. Sólo llegas y me arrasas. Como si yo no estuviera. Como si yo no contara. Aunque es mi vida la que trajinas, la que rondas y atenazas. No te importan mis jirones, mis pedazos, mi corazón desangrado. Tú sólo llegas y me arrasas. Pero no temas, no te evito. Arráncame un gemido, Una protesta, un desvarío. Pero vuelve; que yo te vea Y te respire, Que yo te tiemble y te acomode En el nido de mis manos.

A veces

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A veces necesito un abrazo. Un saludo. Tu voz. A veces el día se apaga en murmullos. Otras es como una película de cine mudo, con mucho aspaviento y un vacío que ni la música llena. A veces quiero decir a gritos que no todos los huecos se pueden llenar. Tal vez ni siquiera se deba. A veces tengo la incómoda sensación de ser un ariete ridículo intentando derribar unas columnas colosales. Una catapulta de juguete contra un castillo inexpugnable. Una hoja en movimiento en un trampantojo de la pared. Una brizna de paja en el ojo ajeno.