Carta desde el tren
¡Buenos días, mi vida! Te he buscado ansiosa en la estación esta mañana, pero no estabas en el andén. Cuando ha llegado el tren, me he vuelto a mirar otra vez a la puerta giratoria, por si aparecías con ese revuelo tan tuyo de la mochila mal colgada de un hombro y las partituras bajo el brazo luchando por no caer, mientras rebuscas en el bolsillo para encontrar el pase. Pero nada, no había señales de ti. Siempre procuro sentarme junto a la ventanilla, para ver la vida zumbando en el camino. Me gusta viajar en tren cuando el día es soleado y el traqueteo me adormece. Hoy el vagón iba medio vacío y entraba el sol claro de primera hora de la mañana, así que me he arrellanado en mi asiento, dispuesta a pensarte, con el pelo revuelto sobre los ojos y el botón de la camisa mal abrochado, con ese aspecto de desastre que me tiene enamorada. ¡Mi gozo en un pozo! Dos asientos más allá, una mujer gritaba su frustración al teléfono móvil y no nos dejaba dormitar en ese silencio re...