María
Hoy hace siete años que escribí este texto. Estaba entonces pasando una etapa difícil en mi vida y este episodio me inundó de luz, paz y alegría.
Es curioso cómo la vida te da pequeños empujones cuando estás a punto de desfallecer. Cuando los nubarrones se ciñen sobre tu cabeza y tu corazón y sólo quieres abandonarte a la tristeza y la autocompasión, aparece un nuevo personaje en tu escenario que te hace ver los colores en el mundo de nuevo.
Hoy he tenido ocasión de conocer un poquito más a una alumna, una chavalita de 16 años, sorda de nacimiento, a la que su condición no ha frenado para lograr sus sueños. Se ha presentado al examen de FCE, ha hecho un oral brillante, está aprendiendo japonés por su cuenta y daba gusto oírla hablar de su vida, sus anhelos y sus cosas.
Me ha emocionado, me ha conmovido profundamente. Quiero dar la enhorabuena a sus padres, por no darse por vencidos cuando los médicos les decían que no se le podían poner implantes a un bebé de 18 meses, por luchar por su niña y convertirla en la magnífica mujercita que ya es.
Gracias por ese abrazo, María: vale millones. Como tú.
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