Mi rosa



Mi rosa no es roja como la pasión, no es cárdena como la sangre. No es declaración de rendido amor ni petición de matrimonio.

Mi rosa no hace eco a su nombre, no está tintada por el rubor discreto de una cándida niñita. No es símbolo de amor dulce y tranquilo

No es amarilla como el oro, como la miel viscosa y dulce, como el atardecer de rayos hiriendo al cielo otoñal. No es metáfora de celos y traiciones.

Tampoco es anaranjada de deseo loco, como las fragrantes mandarinas que empiezan a marchitarse en mi frutero. Ni lavanda de flechazos del arquero ciego y caprichoso, ni azul de espera eterna, ni negra de promesa por siempre.

Mi rosa es blanca, de sencillez y pureza, de inocencia, de nuevo comienzo. Es un mensaje de reverencia y humildad, de amanecer tímido tras una noche tormentosa. Es merengue con el que relamerse los labios y dejar huellas de dedos golosos. Es una nube de verano que viene a acallar el calor a plomo de un mediodía de agosto. Es un algodón esponjoso, suave y ligero, como una caricia inesperada.

Mi rosa es... mía.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las pastas de Santa Casilda

Día de Reyes

El graznido