Porque estamos vivas
Mi padre es grande y fuerte, el muro defensivo que nos ha mantenido siempre a salvo, las manos robustas que nos han aupado, que nos han sostenido, que nos han guiado. Mi padre, el roble que nos cobija, que nos guarece del mucho sol y del aguacero. Hoy por primera vez en mi vida he sido yo quien le ha abierto una nuez a él porque la artritis le resta fuerza a sus manos y he sido consciente de que va envejeciendo, de que no me durará para siempre. Luego he mirado a mi madre, siempre trabajando, cocinando, cosiendo, cuidándonos a todos... que se va haciendo pequeñita, que le cuesta ponerse en pie y se duerme viendo la tele cuando ¡por fin! se sienta un rato a descansar... y he sentido ternura y gratitud y miedo y pena... pero sobre todo he sentido que la vida se nos escapa sin notarlo y he querido parar un poco el torbellino vertiginoso que normalmente son mis pensamientos y emociones y he querido paladear la vida. Dejar de pensar en ese tipo que se empeña en hablarme cuando es obvio que ...