Las cosas pequeñas
Hace un tiempo vi un vídeo de una psicóloga que había aprendido de un paciente suyo, que era ciego, a ver las cosas pequeñas del mundo y apreciarlas en su justa medida.
Yo siempre digo que para mí los mayores placeres son los más sencillos también. Disfrutar de la caricia del sol en la espalda en un día de invierno, de un buen trago de agua fresca cuando hace mucho calor, de un colchón cómodo cuando estás muy cansado...
Hoy tenía tiempo libre y ganas de disfrutarlo, así que en lugar de llegar a Bilbao por la autopista, como siempre, me he metido por una de mis carreteras favoritas, de Galdakao al Vivero y de allí a Artxanda. La explosión de colores en otoño es indescriptible. Apetece parar en cada rincón para fotografiarlo y guardarlo para siempre.
Esos momentos me llenan el alma. Voy por la calle con una sonrisa. Esto es felicidad.
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