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Mostrando entradas de octubre, 2023

Coqueta

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Nueve meses he necesitado para volver a salir al ruedo. Como si de un metafórico embarazo se tratase, he parido una nueva versión de mí misma y me he colocado de nuevo en el mercado. En el foco, en el candelero, con ansias de acción. Ojeando la oferta, calibrando la demanda y diseñando estrategias, ampliando horizontes y estableciendo nuevos contactos. Vamos, que después de nueve meses desde la ruptura con mi pareja, he vuelto a Tinder. Pero, claro, así dicho, pierde mucho glamour. Pero a lo que iba. En tan sólo cuatro días he acumulado muchos "guapa" y bastantes piropos, todo hay que decirlo. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es que dos palabras han aparecido repetidamente: femenina y coqueta. Me he acordado de mi padre, que sufría cada vez que, de chavala, me veía vestida con vaqueros y zapatillas deportivas. Que, justo al contrario que el resto de los padres del mundo mundial, me animaba a ponerme tacones y minifalda, y a pintarme el ojillo, com...

El abismo

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La mentira nos sitúa sobre un abismo. Aunque no miremos abajo, seguimos estando sobre él. Y cuando lo descubrimos, sentimos un sudor frío, porque parece querer engullirnos. Perdemos pie, el equilibrio, la cordura. La mentira y el abismo provocan vértigo, dan miedo, porque nos convierten en peleles sin seguridad, incapaces de movernos, de reconocernos como personas cabales. Ante el abismo, ante la mentira, sólo cabe alejarse, firme y constante, en busca de tierra firme, de bases sólidas. Buscar una roca a la que asirse para volver a encontrar nuestro lugar en el mundo y seguir el camino sin vértigo, sin miedo, sin quedarnos paralizados  𝒰𝓃 𝒸𝓊𝒶𝒹𝑒𝓇𝓃💙 𝒹𝑒 𝒯𝒶𝓅𝒶𝓈 𝒜𝓏𝓊𝓁𝑒𝓈 #escribir #poesía #prosa #verso #literatura

Luna

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Una vez, hace muchos, muchos años, vi la luna así de grande. Era un viernes, o tal vez un sábado y volvía a casa caminando después de una tarde con mis amigas. Entonces no había móviles, por lo que íbamos mirando hacia adelante, a los lados, a las personas con las que nos cruzábamos, de vez en cuando hacía el cielo, para observar las estrellas. Yo iba tarareando una melodía, andando casi a saltitos. Supongo que iba contenta, imagino que habría visto al chico que me gustaba, no lo recuerdo bien. Y de pronto, entre dos edificios, sobre la montaña del fondo, apareció la luna, tan grande, que parecía que se iba a precipitar sobre nosotros. Me quedé clavada en el sitio, se me cerraron los pulmones de la impresión y pensé que caería al suelo. El mundo se paró por unos instantes. Sólo existíamos ella y yo. Ella, una diosa, yo su esclava, rendida a su belleza y a lo ambiguo de mis sensaciones, a medio camino entre la admiración y el miedo. Enseguida conseguí volver a respirar, pero...