Hace nueve años escribí en mis redes: "Las heridas del mar se curan en la tierra; las heridas de la tierra, se curan en la mar. ¿Y las heridas del alma? ¿Dónde se curan las heridas del alma?" Obtuve muchas respuestas que guardo en el corazón con ternura y cariño. El abrazo de una amiga, la llamada de alguien querido, un paseo al sol, el ronroneo de un gato, el soniquete cantarín de un arroyo fresco en la montaña... Y los lugares en los que refugiarte. Donde no hace falta buscar paz ni entendimiento, porque llegan solos. Lugares en los que pasear y disfrutar de la belleza de los atardeceres, de arbustos y conchas en la arena. Lugares en los que respirar la calma del tiempo deslizándose sin prisas ni presiones. Noja es mi refugio. La retreta en la que descansar cuerpo y alma y renacer cual ave fénix. Cuando me baño en la playa, siento que los cuatro elementos me limpian, arrancan la maleza, la costra que me cubre y me inmoviliza. Y cuando salgo del agua, piso la arena, me dejó ...