Hasta la última piedra
Se va acabando el tiempo y sólo quedan sabañones y palabras deshilachadas de tanto usarlas. Nada nuevo bajo el sol, siempre la misma cantinela, fogonazos engañosos que pretenden ser forjas nuevas y solo son soniquetes desprovistos de vida y de veracidad. Pensé que habías escrito un diccionario exclusivo y novedoso del cual ser digna musa, pero alimentaste mi ego con el mismo pienso rancio que otras tantas mulas han probado y probarán. Un rancho que se antojaba delicioso y en realidad supo a corcho, insípido y ordinario, vulgar forraje. Hay muchas telarañas que limpiar, pero es cuestión de tiempo y voluntad, como vaciar el trastero. Punto para mí, ya puedo puntear esa tarea y las demás vendrán en cascada, porque estoy lanzada en esta carrera contra las arrugas. Faltará colágeno, pero nunca valor. Si he de morir luchando, lo haré de mil amores, porque yo soy el territorio más sagrado que puedo imaginar y nunca me dejaré arrasar, aunque mis rodillas duelan y los huesos griten que no en va...