El árbol de Nora
Nora quería un árbol, para anidar entre sus ramas, en una caseta que albergase sus juegos. Cada mañana se despertaba pensando en su árbol y en cómo construiría la chabola. Tenía muchas ideas y desbordaba creatividad por los cuatro costados. Lo tenía todo pensado, muy bien planeado. Sólo le faltaba el árbol. Lo buscó por los parques y las plazas de su ciudad, pero no encontró ninguno adecuado. Algunos tenían ramas descarnadas que no ofrecían abrigo ni refugio. Otros eran tan altos que la caseta parecería un rascacielos inclemente. Unos cuantos más estaban en plazas en las que no había niños con los que asaltar barcos desde la chabola reconvertida en buque corsario para la ocasión. Nora escribió al alcalde y le explicó lo importante que era tener un árbol en su plaza, para vivir en la caseta que ella construiría mil y una aventuras. Aquel árbol sería un castillo inexpugnable, un submarino amarillo, o tal vez multicolor, un cohete surcando el espacio hasta Marte, un hospital de campaña, u...