Tu eterna compañera
La noche ha hecho correr las agujas del reloj. No hay luz, ni movimientos. Sólo música en mi cabeza y vocecillas en mi inconsciencia. Ahora es cuando las palabras me huyen de la boca; ahora es cuando se me encharca el corazón. Te busco entre telarañas, te añoro entre neblinas. ¿Dónde, dónde vives? ¿Cuándo cruzaremos nuestros destinos? No me atenaces la voz con tu ausencia, no despliegues tu ira contra mí. A ti, que robarás mi voz y me arrancarás el aliento, que me arrebatarás los sueños y me fundirás en tu anhelo; a ti te escribo esta noche para decirte lo que me sube a los labios desde lo más hondo. Quien fuera rayo de sol, para acariciarte sin miedo. Quién fuera río oscuro, para arrastrarte en mi torrente. Quién fuera rayo, nube, tormenta; quién oscuridad, silencio, viento. Quién midiera tus estaciones, quién recogiera tu cosecha. Quién morase en el firmamento, reina de la noche que escucha tu llanto. Cuánto envidio a la luna, tu eterna compañera.